invitación al convivio repartida entre la comunidad de la colonia federal, tijuana


daniel castellanos fondeando su pieza (esténcil)


transferencia
colectivo 4 (3 +1)
la casa del túnel, col. federal.
tijuana, BC. octubre 09


Tijuana ha sido en las dos últimas décadas un extenso laboratorio de arte en la calle donde se han llevado a cabo manifestaciones de todo tipo y pelaje, que han ido conformando las múltiples acepciones de lo que conocemos como Arte Público. Ejecutado en el área San Diego-Tijuana a partir de 1984 por las prácticas, necesariamente experimentales y casi siempre con el tema de la Frontera como eje, de los colectivos binacionales Border Art Workshop/Taller de Arte Fronterizo (BAF/TAZ) de aquel lado, y una década después, por las del colectivo multidisciplinario Revolucionarte, de lado mexicano.
Alejandro Zacarías, uno de los fundadores de Revolucionarte en 1994 (colectivo que en su época tardía nutrieron artistas como Marcos Ramírez "erre", Tania Candiani o Julio Orozco), fue de los miembros más activos en cuanto a las iniciativas de intervenciones en espacios públicos, que también incluían performance, tratando además que esas acciones tuvieran una repercusión social en las comunidades o lugares específicos donde se llevaban a cabo, siendo la más participativa la realizada a lo largo de 1997-98 sobre el muro de los estudios Fox, en Popotla, dentro del marco de inSITE 97.
En esa finisecular época la tónica general en la escena de producción de contenidos visuales en Tijuana estaba marcada, entre otros factores, por la falta de galerías (la de Nina Moreno, hace tiempo extinta, era heroíca excepción), la insuficiente o nula infraestructura institucional enfocada a expresiones rabiosamente contemporáneas, y sobre todo, mal endémico, el desinterés general de la población tijuanense en casi cualquier tipo de manifestación cultural que rebase el folclor popular, o su versión empobrecida: los espectáculos masivos.

A partir de 1992 que se realizara el primer inSITE como evento de arte público binacional, que hoy llamaríamos transfronterizo, se empezó a reconfigurar no sólo la identidad siempre cambiante de la frontera, sino los mecanismos mismos de su búsqueda y adecuada proyección al resto de la sociedad. Lo pida ésta última o no, permaneciendo en general indiferente a las cuestiones identitarias más profundas, forjándose la identidad más bien en torno al rol cotidiano que se desempeña en el mundo laboral, sobre todo si se trabaja al otro lado (EEUU), y por lo tanto, en el entramado activo de los flujos económicos de la frontera. Frontera que hasta hace poco se anunciaba como la puerta a la ciudad más visitada del mundo y hoy ignorada por el turismo masivo que bañaba de oro a buena parte de la ciudad de Tijuana, como el sector de la colonia Federal donde están ubicadas casas de cambio, tiendas y comercios de todo tipo.
Me estoy refiriendo a la parte de la colonia que está expuesta a la vorágine del tránsito de los cruces peatonales y a la acción del turismo. En la otra, la que vive más allá de la intersección de la avenida Padilla con Larroque, transcurre la tranquila vida familiar casi sólo interrumpida por el ir y venir de los diferentes cuerpos de seguridad que tienen su base en las instalaciones atrás del muro que delimita la colonia, y al país!, como Marina, Policía y el Grupo Beta, y que forma un caprichosa figura geómetrica que encierra la colonia Federal, siendo otro de los lados de este poliedro asimétrico el ancho cauce del casi siempre esmirriado Río Tijuana, que en este punto se convierte hasta su desembocadura en la frontera física entre los dos países.
Los vehículos de alta cilindrada repletos de gente armada no son el único inconveniente para la tranquilidad de la zona, de hecho esto hace de la Federal una de las colonias más seguras de la frontera, sino que de repente la enorme verja del Grupo Beta se abre también para escupir grupos de deportados que deambulan dos o tres días por la colonia, generalmente con hambre y bastante desorientados. Pero éstos, empujados por la frialdad sepulcral con que son recibidos por los vecinos(más bien hartos del continuado espectáculo, no porque pequen de insolidarios), desaparecen pronto del paisaje.
Como también desaparecen en las noches la ingente cantidad de autos que pueblan sus banquetas en días laborables. La Federal se convierte en un gran estacionamiento para aquellos que llegan a la Línea en coche pero cruzan a pie y que recogen su auto al anochecer regresando de sus trabajos en EEUU, devolviendo su aspecto real a la Federal.
Esa emblemática y mágica colonia que sólo en la topografía geosocial de la frontera podría tener lugar, ubicada en un espacio altamente simbólico, donde muchos vecinos, como Doña Lolita, cuya casa intervino con esténcil Daniel Castellanos, son hijos de empleados de la Aduana Federal, de hecho de ahí viene el nombre de la colonia, que aquí construyeron sus casas y fue el lugar donde crecieron básicamente felices sus familias, al decir de Doña Victoria que cumple 66 años de vecina. Muchos se fueron, otros se fueron muriendo pero muchos otros todavía siguen aquí, con un fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia a esta particular esquina en la esquina de México.

En este contexto se inscribe transferencia, un proyecto de intervención visual sobre 8 casas de la Colonia Federal llevado a cabo por Colectivo 4 (3 + 1), cuya coordinación se ha realizado a través de La Casa del Túnel: Art Center, dirigida por Luis Ituarte, antes por Ava Ordorica quien avaló este proyecto, con apoyos de CONACULTA e IMAC, situada en una propiedad de dos pisos enclavada junto al primer muro divisorio que existió y que fue la entrada de un narcotúnel propiedad del Chapo Guzmán, requisada por el Gobierno después de muchos años de clandestina operación. Básicamente gente y droga hacia aquel lado, y armas hacia éste. Orígenes turbios, como la misma ciudad de Tijuana, que La Casa del Túnel: Art Center redime desde hace año y medio, siendo un espacio con vocación de interacción y canalización de proyectos que tengan a los espacios públicos de la colonia, y no tan públicos como en este caso, como objeto de intervención.

Detalle intervención Alejandro Zacarías, casa de Víctor.


El proyecto transferencia se inscribe de lleno y con éxito en el llamado arte procesual, (inSITE 05 fue muy didáctico y propositivo al respecto, sobre todo en los márgenes teóricos, que se ampliaron inusitada y vigorosamente), al haber cada uno de los artistas, Alejandro Zacarías, Lizardo Hernández y Daniel Castellanos (Colectivo 4), más el invitado de esta edición Alfredo Gutiérrez, todos ellos artistas visuales, pintores, estencileros, gaffiteros, dibujantes y diseñadores, quienes en una serie de entrevistas, pláticas informales y convivencia con los habitantes de las casas a intervenir, llegaron a través de un ejercicio de "psicoanálisis" visual a la creación y concreción de la imagen que luego el artista se encargó de materializar.
De ahí que use el término psicoanálisis, puesto que la imagen pactada es resultado de la proyección íntima del vecino, que el artista recoge en un proceso de transferencia para materializarla en lo que podríamos llamar casas altamente personalizadas (tunned houses), en función de las proyecciones vivenciales de sus habitantes.
Convencer a los vecinos de la conveniencia del proyecto, obtener el permiso, fue la primera fase del proceso. Conocerlos, superar problemas de comunicación -algunos no querían otro Barrio Logan en la Federal- y establecer los canales de confianza fue la siguiente. Se desataron dinámicas en la colonia que tenían que ver con jerarquías y antigüedad, y con los motivos de la elección de una casa en detrimento de las demás. Todo el mundo quería participar! A partir de ahí ya fue trabajar con alegría aprendiendo siempre cosas cada día de las historias personales de los colonos, inéditas y la mayoría de las veces conmovedoras, contando con el registro fotográfico y sonoro desde la óptica de la antropología social a cargo de Irina Georgieff, quien regresó las imágenes a los colonos en una proyección pública que tuvo lugar en una fiesta comunitaria el día de clausura en La Casa del Túnel.
El evento, que fue transmitido en streaming (directo) vía www.revistaentrelineas.com, incluyó un paseo con vecinos, artistas y amigos por las calles de la colonia visitando las "piezas" y a los inquilinos, amenizado todo ello por un grupo de jaraneros veracruzanos (valga la redundancia, pero en el norte los jaraneros podrían ser de Mazatlán o San Diego), que cantaban frente a las casas intervenidas. Realizando, como no podría ser de otro modo en la frontera, un ritual de inauguración híbrido que convocó en una procesión dominical a las personas más antiguas de la colonia.
En el momento de la proyección se juntaron dos mesas con las personas de más edad, todas ellas mujeres, formando una especie de consejo de abuelas de la Federal, quienes gozando el evento alababan la posibilidad de convivir en la colonia como antaño. Lo que a mi modo de ver, en cuanto a interacción social y como creador de "situaciones" el proyecto transferencia cumple de sobra con sus objetivos en este peliagudo terreno que es el arte público, sobre todo en cuanto al grado de participación que pueda despertar en una comunidad.
El proceso se vivió con alegría y entusiasmo desde Colectivo 4 y La Casa del Túnel, con la expectación de ver reflejadas de manera material las posibilidades del proyecto. Ahora, hablan las obras realizadas, y los vecinos, quienes las albergarán en sus domicilios. Espero que el trabajo realizado deje orgullosos a ambos, a vecinos y a artistas, y que la colonia Federal, a los 80 años de su fundación en una ciudad de apenas 120, siga participando de ese vasto laboratorio de arte público que es Tijuana, como símbolo de ciudad transfronteriza, cosmopolita y global insertada de lleno en los procesos sociales y artísticos más relevantes del siglo XXI.



rubén bonet
la casa del túnel: art center
octubre 09. col. federal, tijuana